Diez novelas breves (IV)
Él había nacido en Rosario y ella en París. El se llamaba Juan y ella Pina, Pina Bausch y había nacido en Alemania de padres ingleses.
Se conocieron una noche en una fiesta de amigos comunes. Muy pronto algo se encendió entre ellos. Bebieron y fumaron casi toda la noche juntos. Alguien tenía marihuana, otros cocaína, otros rapé. Las bandejitas y el Euro enrrollado que usaban para aspirar iban y venían.
Pensemos de cerca, dijo alguien, y a Juan le pareció que era una cita, quizás de Valéry. Le pareció extraño: ¿qué había querido decir aquella mujer y a quién. Pero pronto el alcohol y las drogas le nublaron la cabeza. A las tres de la mañana Pina se ofreció a llevarlo a su hotel en auto. Él estaba hospedado en una suite del último piso en el Relais Christine, una de esas con techo a dos agua y una ventana de cristal en el techo por donde se podía ver la noche, a veces estrellada, a veces seminublada.
Cuando se despidieron ella le dijo que había quedado para el día siguiente con una amiga para ir a ver 'Medianoche en París' y lo invitó a ir con ella. La amiga de Pina se llamaba Joyce. 'Enjoy', pensó él y obviamente recordó el 'Ulyses'. Quedaron en encontrarse directamente a las 8 de la tarde del día siguiente. Era verano verano y en París hacía un calor agobiante. Se despidieron. El subió a su habitación, se desplomó en la cama vestido y se durmió sin darse cuenta de que estaba quedando dormido.
El día siguiente fueron al cine y después a comer algo a la Closerie des Lilas, al final de los Jardines de Luxemburgo. Hablaron de la película y después intercambiaron comentarios sobre qué era y qué hacían. Juan no podía dejar de espiar a Joyce. Uma Thurman, pensó, o peor, Uma Thurman en carne y hueso.
Después caminaron un rato de regreso a Saint Germain des Press y tomaron un último café en la terraza de Les Deux Magots. Cuando Pina fue al toilette Juan le preguntó si podían volver a verse y ella le dio el número de su celular.